La EFSA vuelve a analizar los sulfitos para confirmar su seguridad

La EFSA ha anunciado que tiene la intención de volver a analizar los sulfitos que utiliza la industria alimentaria como antioxidantes para confirmar su seguridad. El panel de expertos responsables de este trabajo considera que al margen de estas evaluaciones, las empresas deberían incluir en las etiquetas la cantidad exacta de este tipo de aditivos, ya que la actual legislación sólo estipula que se debe incluir la leyenda “contiene sulfitos” cuando el producto supera los 10 miligramos de sulfito por kilo o litro, sin concretar la cantidad.

Sulfitos en los alimentos

Actualmente se utilizan diferentes tipos de sulfitos como aditivos del vino y otros alimentos, y aunque estos aditivos empleados por la industria alimentaria como antioxidantes se han considerado seguros, la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) quiere volver a examinar las conclusiones utilizando los resultados de nuevos estudios que se han realizado, con el propósito de llenar esos vacíos existentes de información, reducir la incertidumbre y confirmar que son totalmente seguros para los consumidores.

El análisis se realizará en los siguientes sulfitos: dióxido de azufre (E 220), sulfito de sodio (E 221), bisulfito de sodio (E 222), metabisulfito de sodio (E 223), metabisulfito potásico (E 224), sulfito de calcio (E 226), bisulfito de calcio (E 227), y bisulfito de potasio (E 228). Hasta el momento se ha considerado que estos aditivos se comportan de un modo similar tras la ingestión por el ser humano. En el caso del vino, los sulfitos se producen de forma natural en niveles bajos, pero se suele añadir más cantidad para mejorar la conservación del vino, inhibir el crecimiento de bacterias y mohos, evitar la oxidación del vino y preservar su aroma y frescor.

Muchos viticultores consideran que sin este aditivo no se podría garantizar la calidad del vino, aunque también es cierto que un exceso de sulfitos empeora su calidad, provoca la pérdida de color, aparece un olor picante y se altera el sabor. Son compuestos útiles para el almacenamiento y conservación del vino, pero una vez que se abre la botella, ya no tienen ninguna utilidad. Estos aditivos también se utilizan en diferentes tipos de zumos para evitar que se avinagren, en las verduras, en los frutos secos, en los productos con base de patatas… se puede decir que su uso es muy amplio.

La EFSA considera que no existen preocupaciones específicas sobre el uso de estos aditivos, pero se necesitan más datos, como hemos comentado anteriormente, la agencia considera que hay que llenar algunos vacíos de información y para ello vuelve a analizar los sulfitos, para confirmar su seguridad. La agencia apunta que los datos científicos sobre los sulfitos y lo que ocurre en el organismo cuando son ingeridos son limitados, entonces ¿cómo puede aseverar que no existen preocupaciones ante tal desconocimiento? Recordemos que se hace responsable a estas sustancias de que el vino dé dolor de cabeza, y precisamente que sean los vinos de peor calidad los que más provoquen este malestar, ya que les añaden mayor cantidad de sulfitos. También han aparecido algunos casos en los que se relaciona con la alergia al vino.

Según la reglamentación, la ingesta diaria aceptable es de 0’7 miligramos de sulfitos por kilo de peso corporal (este valor cubre los diferentes sulfitos combinados), pero la realidad es que la exposición a los diferentes tipos de sulfitos por los consumidores, en ocasiones supera este máximo aceptado. Por ello, el Panel de expertos de la EFSA sobre Aditivos Alimentarios, recomienda una re-evaluación con trabajo que durará un máximo de 5 años y en el que se tendrán en cuenta los datos de otros estudios, además de llevar a cabo las nuevas investigaciones para cubrir los vacíos existentes de información.

También se considera necesario que en el etiquetado de los productos en los que se utilizan sulfitos se indique la cantidad real presente en el producto, de este modo se puede ayudar a los consumidores que son más sensibles o presentan una intolerancia a estos aditivos, a regular su ingesta para no sobrepasar el valor máximo recomendado. Recordemos que según la legislación, cuando un vino u otro producto superan los 10 miligramos de sulfito por kilo o litro, se debe incluir en la etiqueta la leyenda “contiene sulfitos”, pero no se concreta cuál es la cantidad, algo que deberá ser modificado.

Según la legislación comunitaria, la EFSA deberá volver a evaluar todos los aditivos alimentarios autorizados antes de enero de 2009 en el año 2020. De momento, y hasta la fecha, la EFSA ya ha completado la reevaluación de casi todos los colorantes alimentarios, por otro lado, espera completar la evaluación de otros aditivos alimentarios en breve, ya que está programada la revisión este año, pero de todos modos quedarán unos 100 aditivos pendientes de revisión.

Desde el año 2006 se solicitan datos sobre los aditivos alimentarios, a día de hoy sigue existiendo un vacío informativo sobre la posible toxicidad de las sustancias que se utilizan como aditivos alimentarios y cuál es el contenido real presente en los alimentos. Por ello se insta a la industria alimentaria a que proporcione la información disponible (estudios y cantidades reales presentes en los alimentos) para poder realizar una evaluación de la inocuidad con precisión y así poder proteger correctamente a los consumidores. Podéis conocer más detalles sobre los planes para la evaluación de la seguridad de estos aditivos a través de la página oficial de la EFSA.

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