Alimentos transgénicos, dos posturas II

Alimentos modificados genéticamente

En los Alimentos transgénicos, dos posturas, podíamos conocer unas primeras opiniones ofrecidas por investigadores y expertos que estaban en contra o apoyaban el desarrollo de los alimentos modificados genéticamente. Nos quedamos con la opinión de algunos expertos que argumentaban que la esencia de un ser vivo no se contienen en un solo gen y que por tanto, la inclusión de uno, dos o una decena de genes en un tomate por ejemplo, no alteraría su estructura y seguiría siendo un tomate.

En esta segunda parte de los Alimentos transgénicos, dos opiniones, conocemos la opinión de algunos agricultores que se dedican al cultivo del maíz transgénico, maíz cuya característica especial le permite soportar el ataque del taladro, insecto que representa la mayor plaga a nivel mundial sobre el maíz y que causa cuantiosas pérdidas económicas. Gerald Tumbleson, es un agricultor que trabaja exclusivamente con dos productos, maíz transgénico y soja transgénica, cree que la tecnología es la mejor opción para abaratar costes y rentabilizar al máximo sus producciones, maquinaria, sistemas de producción o tipos de semilla son factores muy importantes a tener en cuenta para el agricultor.

El agricultor explica que las semillas transgénicas permiten la reducción del uso de productos químicos, pesticidas o fungicidas que antaño debían utilizarse para poder proteger las cosechas, productos que no sólo acababan con el taladro, otros insectos benignos también sucumbían. Manifiesta que gracias al maíz transgénico desarrollado por Monsanto, ya no es necesario utilizar tantos productos y las cosechas se protegen mucho mejor gracias al insecticida que produce el maíz debido a la incorporación de un gen procedente del Bacillus thuringiensis (BT). Se trata de una bacteria que se ha utilizado como insecticida comercial durante muchos años, su particularidad es la producción de toxinas que resultan mortales para los insectos.

La idea de desarrollar un alimento capaz de producir toxinas para protegerse contra insectos específicos era una idea revolucionaria, no sólo se garantizaría la cosecha, también se reduciría el uso de muchos agentes químicos que degradan el medio ambiente y que resultan peligrosos para el ser humano. El agricultor nos explica las diferencias entre la producción del cultivo de maíz o soja tradicional y maíz y soja transgénica, asegura que las diferencias de rentabilidad son excepcionales. Sus opiniones van en la línea mostrada en el post Los agricultores opinan sobre los cultivos transgénicos, en él conocíamos un vídeo de Monsanto en el que participaban agricultores de todo el mundo alabando los productos transgénicos.

Pero también sería interesante recordar el post Los alimentos transgénicos no son tan productivos, en el que destacábamos un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Kansas, donde se concluía que, incluso los alimentos transgénicos resultaban ser menos rentables que los convencionales.

Desde hace años el maíz transgénico y la soja transgénica se han estado utilizando en la alimentación humana sin que los consumidores hayamos tenido constancia de ello, sólo gracias a las continuas denuncias realizadas por organizaciones ecológicas hemos podido conocer la manipulación que los alimentos han sufrido, sin haber informado y mucho menos consultado la opinión pública. Según Greenpeace, la biotecnología que desarrolla este tipo de alimentos ha traspasado la frontera de lo que se puede o se debe hacer, la reacción de los grupos ecologistas ha sido extrema, han destruido y saboteado cultivos, han denunciado a las marcas de alimentación que utilizan este tipo de alimentos (recordemos la Guía roja y verde de los alimentos transgénicos), han dado a conocer estudios que concluían posibles riesgos para la salud humana y la salud medioambiental por el cultivo e ingesta de alimentos transgénicos. Poco a poco se han ido sumando nuevos estudios realizados por universidades y laboratorios independientes que aseguran que los alimentos transgénicos son un riesgo potencial.

No se puede demostrar, hoy por hoy, la total seguridad de los alimentos transgénicos, hay que tener en cuenta que se están introduciendo genes con nuevas proteínas que el organismo humano no ha experimentado, la reacción puede ser a largo plazo impredecible. Recordemos el post que denunciaba cuál es el riesgo de los alimentos transgénicos, el riesgo son los efectos impredecibles y desconocidos que pueden encerrar este tipo de alimentos. De hecho, la mayoría de investigadores en contra, reivindican estudios a largo plazo que muestren la seguridad de los alimentos modificados genéticamente y no estudios de tres meses realizados con roedores de laboratorio.

Los alimentos transgénicos deben superar controles de toxicidad en los que se proporciona a los roedores proteínas transgénicas en dosis mil veces mayores de las que los seres humanos podríamos recibir a través de la alimentación, tras el plazo estipulado y ante la ausencia de efectos secundarios, estas pruebas son presentadas a los organismos y comités correspondientes para su aprobación. Según los investigadores biotecnológicos, las pruebas que se realizan son rigurosas y garantizan su total inocuidad, se hacen estudios a nivel molecular y realizan comparativas entre el alimento transgénico y el tradicional mostrando que ambos alimentos tienen la misma composición química. Como la equivalencia es la misma, el alimento transgénico es aprobado.

En el documental, una representante del departamento de alimentación estadounidense afirma que en este tipo de alimentos apenas ha cambiado nada y que la diferencia no se puede apreciar. Un investigador indica que las alergias alimentarias con los alimentos habituales es algo muy común, ¿qué ocurrirá con alimentos que incorporan nuevas proteínas desconocidas para el organismo humano?, la verdad es que existen muchas cuestiones que deben ser desveladas antes de dar rienda suelta a la alimentación transgénica.

Como ejemplo sobre los peligros de la manipulación genética, en el documental nos proporcionan un claro ejemplo, una modificación genética sobre una planta de la soja realizada con un gen propio de los cacahuetes. El resultado fue que la soja provocaba alergia, si este alimento se hubiera introducido en los canales de alimentación, las personas alérgicas a los cacahuetes podrían haber puesto su vida en peligro al comer cualquier alimento que contuviera la soja transgénica.

Este incidente se podría catalogar como un hecho aislado que no prueba la peligrosidad de los alimentos transgénicos, quizá sí, o quizá no. Las garantías ofrecidas por los investigadores biotecnológicos son cuestionadas por otros investigadores, estos afirman que es necesario realizar estudios más profundos y detallados, que descarten con certeza posibles problemas en un futuro.

En Alimentos transgénicos, dos posturas III conoceremos la opinión de la Unión de Científicos Sensibilizados, las preguntas que lanzan al aire resultan interesantes y nos introducirán en el camino de una profunda reflexión.

Historial
Alimentos transgénicos, dos posturas
Alimentos transgénicos, dos posturas III
Alimentos transgénicos, dos posturas IV
Alimentos transgénicos, dos posturas V

Foto | Amicor

1 comentarios

  • Noelia - agosto 7, 2009 - 08:22
    #1

    Respecto a la productividad de los transgénicos y el uso de productos químicos: no sé si os habéis enterado, pero al parecer el amaranto se ha hecho resistente al glifosato en ciertos lugares de Estados Unidos y se tienen que comer con patatas sus cultivos de soja transgénica (a pesar de usar el herbicida Round Up, que se supone puede con todo).

    http://www.rebelion.org/noticias/ecologia_social/2009/5/efecto-bumeran-en-monsanto-85965
    ¿Qué harán ahora? ¿Aumentar la dosis o crear un herbicida todavía más potente…? Hay estudios que afirman que el uso de pesticidas en los cultivos transgénicos, aunque empieza siendo menor, aumenta bastante al cabo de unos tres años precisamente por eso, porque las malas hierbas se van haciendo resistentes con gran rapidez.

    Está claro que este no es el camino. Si de verdad nos preocupa la tierra, la salud y los buenos alimentos hay que invertir en agricultura ecológica. Para cultivar alimentos no hace falta más que buena simiente, agua, sol y compost. Así no se vierten químicos que acaban contaminando el suelo y el agua (además de los alimentos), y no se genera ningún tipo de residuo. Y no se depende de ninguna multinacional.

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