La letra pequeña de las etiquetas de productos alimentarios

Información deficiente en las etiquetas

Quizá sea por cuestión de espacio, por desconocimiento o con total intencionalidad, lo cierto es que abunda la letra pequeña en los productos alimentarios, etiquetas que ofrecen la información sobre la composición del producto o la información nutricional de forma minúscula y en algunos casos, o para algunas personas, ilegible. El contraste con el logotipo de una marca o el dibujo promocional que se incluye es muy evidente, por otro lado, también se suceden los casos en los que la fecha de caducidad no se muestra claramente. Estas deficiencias en el etiquetado de los alimentos han sido denunciadas por CEACCU (Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios), y razones no les faltan.

A través del informe que CEACCU ha presentado en Madrid bajo el título, «Análisis del etiquetado de los alimentos. La información obligatoria y nutricional en las etiquetas«, podemos conocer algunos detalles sobre el etiquetado, actualmente considerado de poca utilidad y deficiente si se desea conocer las características específicas del producto, por lo menos a simple vista, es lo que tiene la letra pequeña de las etiquetas de productos alimentarios.

Posiblemente todos los lectores podamos dar algún ejemplo sobre productos de alimentación que reúnan estas características, por ello CEACCU reivindica la necesidad de que el consumidor pueda acceder a la información de forma clara y eficaz si pretende realizar comparativas nutricionales para elegir aquellos productos que se amolden a la dieta mantenida. CEACCU no cuestiona la calidad o la salubridad de los alimentos, pero sí sus etiquetas, y pone como ejemplo el estudio presentado en el que se han analizado 56 productos habituales en nuestra cesta de la compra. Sorprende saber que se necesita una media de 8 a 10 minutos para poder leer algunas etiquetas si queremos saber perfectamente la composición y propiedades de los alimentos.

Si tuviéramos que leer detenidamente la etiqueta de cada uno de los artículos que adquirimos en los centros comerciales, podríamos estar todo el día para realizar la compra semanal. Por fortuna para los centros de distribución, los consumidores no pierden tanto tiempo en estas cuestiones y la media de tiempo que se dedica a la lectura es de un minuto, posiblemente leyendo puntos concretos. En el informe se destaca como deficiencia principal la escasa visibilidad de la denominación de los productos, se indica que, o bien se presenta de forma incompleta, o se camufla cediendo el protagonismo a la marca del envase en cuestión.

Según leemos en ADN, hasta un 62% de los productos analizados en el estudio ofrecían información muy difícil de leer, también se destaca que esta información se relega a un segundo plano y aparece en aquellas partes más ocultas del envase alimentario. Otro dato significativo son las fechas de consumo preferente o las fechas de caducidad, en muchos casos el número de lote o partida está junto a la fecha y puede confundir al consumidor. A todo esto hay que añadir la información nutricional que ofrece poco rigor científico, las deficiencias en la cuantificación de los ingredientes utilizados o la ausencia de sustancias y elementos que sí se encuentran en la composición del alimento. El estudio indica que hasta el 97% de los productos no ofrece información sobre la cantidad de sal empleada sustituyendo esta palabra por sodio, algunas personas no saben que es el sodio, pero sí la sal.

Seguimos con las deficiencias y la letra pequeña en los productos alimentarios, la conclusión es que la información que se ofrece a los consumidores está sesgada, distorsionada, ocultada y relegada a un segundo término (por no decir tercero), son más importantes la marca, los precios, los dibujos llamativos o las promociones. Muchos cambios deben realizarse en las etiquetas para que un consumidor pueda recibir toda la información de forma práctica y fiable, todavía hay que esperar a que la propuesta de revisión de la normativa comunitaria sobre el etiquetado de los alimentos del 2008, sea aprobada y definitivamente se realicen los cambios pertinentes en los productos de consumo, mientras, a seguir leyendo letra pequeña en las etiquetas de los alimentos.

A continuación os transcribimos las conclusiones del informe:

Los derechos básicos del consumidor (a la información, a la salud, incluso a la protección de sus intereses económicos) no están adecuadamente garantizados en la elección, compra y consumo de alimentos envasados.

• En virtud de las dificultades “formales” (tamaño de la letra, presentación de la información obligatoria…) y de las carencias respecto al contenido de las etiquetas (sobreabundancia
de información trivial, omisión de datos esenciales, datos confusos), el tiempo que se requiere para la adecuada elección de un alimento envasado es notablemente superior al que
realmente se emplea: CEACCU estima que el consumidor no puede dedicar menos de 8-10 minutos para la adecuada lectura y comprensión de la información que contienen las etiquetas de los alimentos. Esta cantidad de tiempo contrasta con la que realmente se emplea: menos de un minuto.

• La adecuada interpretación de la información de las etiquetas exige una mayor formación del consumidor, pues las confusiones o ambigüedades resultan difíciles de identificar por
parte de un consumidor medio.

• Necesidad de reformas normativas eficaces27 en cuanto a: fijación de un tamaño de letra estándar, obligatoriedad de indicar la denominación del producto junto a la marca, establecimiento de raciones que coincidan con las pautas de consumo previsibles o promocionadas, fijación de un sistema único de marcado de fechas, presentación de la
información obligatoria en los productos con doble envase y regulación de las condiciones que debe cumplir la información voluntaria.

A través de Ceaccu.org podréis acceder al informe detallado, comprobareis que muchos productos pertenecen a grandes marcas.

Más información | CEACCU
Foto | Daquellamanera

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