Impuesto de los refrescos en Estados Unidos

Estudio sobre las consecuencias de un impuesto en las bebidas azucaradas

A través de la revista Health Affairs podemos conocer un estudio que pretende demostrar lo beneficioso que sería aplicar un impuesto de los refrescos en Estados Unidos. Según la investigación, gravar con un centavo cada 20 gramos de bebida, es decir, unos 12 centavos por lata de 33 cl., reduciría el consumo en un 15% en adultos con edades comprendidas entre los 25 y los 64 años. Se calcula que con la medida hasta el año 2020, se reduciría en 2’4 millones los casos de diabetes, 95.000 casos de cardiopatías coronarias, 8.000 casos de accidentes cerebro vasculares y 26.000 muertes prematuras. Paralelamente se destaca la reducción del gasto médico cifrado en unos 17.000 millones de dólares y un incremento de 13.000 millones en ingresos fiscales anuales. Los investigadores indican que bastaría un impuesto modesto como este para mejorar significativamente la salud de los estadounidenses, así como la reducción de los costes sanitarios causados por la diabetes, la obesidad y demás enfermedades mencionadas.

Como sabemos, en otras ocasiones se ha intentado imponer un impuesto sobre las bebidas y los alimentos considerados poco saludables, algo que ha logrado frenar la asociación Americanos Contra los Impuestos sobre la Alimentación, entidad que nació con el propósito de terminar con las iniciativas que pretenden gravar con más impuestos a la alimentación que es rica en azúcares o que contiene muchas grasas. El argumento utilizado es el siguiente, este tipo de impuestos discriminan a los ciudadanos que disfrutan ocasionalmente de este tipo de productos, que no siempre son personas con problemas de peso y de salud, manifiestan que cada consumidor tiene derecho a elegir y decidir lo que le apetece consumir. Por otro lado destacan que aplicar este tipo de impuestos no es la forma más efectiva para reconducir a los consumidores a una dieta sana y equilibrada. Esta otra cara de la moneda está formada por un gran número de empresas, McDonald’s, The Coca-Cola Company, Red Bull North America… en definitiva, todas aquellas empresas que se verían afectadas por un impuesto sobre las grasas o las bebidas.

Los investigadores indican que el exceso de azúcar que los consumidores toman a través de alimentos y refrescos, son un grave problema para la salud que repercute en la economía. ¿Nos quieren hacer creer que la única solución es imponer impuestos?, dicen que se trata de un impuesto moderado, entonces su efecto no será como auguran en el estudio, en cambio se notará en los ingresos de las arcas del gobierno estadounidenses. En todos los países que se han aplicado impuestos de este tipo se habla de mejorar la salud de los consumidores, el impuesto de las grasas en Dinamarca, el impuesto de las hamburguesas en Hungría o el impuesto de los refrescos en Francia entre otros. Con respecto a la tasa francesa, destacar que incluso se gravan con una nueva tasa las bebidas light, algo que no tiene sentido.

Si el impuesto de los refrescos en Estados Unidos gravara significativamente las bebidas, posiblemente la medida tendría efecto y forzosamente se reduciría el consumo, pero entonces el Gobierno estadounidense no lograría una buena recaudación, esa es una de las posibles razones por las que la tasa a aplicar sería «moderada». El consumo apenas se reduciría, algo que interesa para mantener una buena cuota recaudatoria. Al respecto será interesante recordar que en el año 2008 conocíamos una medida anunciada por el alcalde de Nueva York a través del post Bebidas azucaradas con impuestos, con la que se pretendía gravar las bebidas azucaradas a fin de luchar contra el índice de sobrepeso y obesidad. Sin embargo, la medida parecía estar sujeta a intentar aligerar el déficit de las arcas municipales que en aquel entones, se situaba en unos 15.000 millones de dólares.

Cambiar los hábitos de la gente no resulta sencillo, aplicar impuestos no es la solución, regular la industria, introducir iniciativas como la asignatura de nutrición en las escuelas, reducir el precio de los alimentos considerados saludables, etc. Es cierto que el consumo de bebidas azucaradas crece año tras año, son calorías líquidas que junto al tipo de dieta y el sedentarismo favorecen la aparición de todo tipo de enfermedades, pero la aplicación de un impuesto de las bebidas azucaradas moderado mejorará la situación levemente, hay que tener en cuenta que la población estadounidense, según los datos del 2010, era de 308.745.538 personas y calculando el incremento poblacional hasta el 2020, la reducción de las enfermedades y muertes no es realmente significativa, algo que cambiaría con las medidas antes indicadas.

Los investigadores indican que el mayor ahorro económico derivaría de la prevención de la diabetes, dado que se trata de una enfermedad cara. En el estudio se calcula que un impuesto de un 10% en las bebidas azucaradas o refrescos reduciría el índice de consumo de forma significativa, claro que este estudio parece que lo único que hará será crispar los nervios de la industria alimentaria y de los consumidores puesto que según leemos en el artículo de BBC, una de las investigadoras puntualiza: «En Estados Unidos no nos gusta que nos digan qué es lo que debemos comer y eso es legítimo, además de ser un obstáculo a estos impuestos», entonces, ¿para qué perder el tiempo haciendo este tipo de estudios?, ¿por qué no preparar estudios que muestren el alcance de la reducción del precio de los alimentos saludables?

Aplicar el impuesto de los refrescos en Estados Unidos será complicado, ya se intentó hace algo más de un año y no salió adelante, el argumento que se utilizó entonces es que las familias con una situación económica más deprimida sufrirían las consecuencias. Desgraciadamente las personas cuyo nivel socio-económico es más bajo, son los que consumen más comida rápida y bebidas azucaradas por ser productos más económicos, recordemos que el consumo de fast food aumenta con la crisis económica, también será interesante dar un vistazo al post La obesidad es un problema muy ligado a la educación y al nivel socioeconómico. Los investigadores aluden a otros precedentes como los impuestos aplicados en los países antes mencionados, pero añaden que paralelamente se debe educar al consumidor para que adopte una alimentación y estilo de vida saludable.

Como decíamos anteriormente, sería interesante realizar estudios que mostraran el impacto que tendría reducir el coste de los alimentos saludables, medida que se podría hacer efectiva invirtiendo lo recaudado con los alimentos o bebidas poco saludables.

Foto | Leoncillo sabino

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