La industria pesquera de Tailandia intenta lavar su imagen

Ante la amenaza de recibir sanciones, la industria pesquera de Tailandia intenta lavar su imagen, asegura que no tiene nada que ocultar y que están totalmente en contra del trabajo ilegal, manifiestan que se rigen por unas buenas prácticas de trabajo, algo totalmente contrario a lo publicado tras la investigación llevada a cabo por el periódico The Guardian.

Trabajo esclavo en Tailandia

Hace unas semanas nos hacíamos eco de una investigación llevada a cabo por el periódico The Guardian, en la que se desvelaba la situación que estaban viviendo los tailandeses e inmigrantes que trabajan en el sector pesquero, la titulábamos Los tailandeses están sufriendo la esclavitud del marisco. Los trabajadores (supuestos esclavos) debían realizar jornadas de 20 horas de trabajo, no percibían salario alguno, sufrían amenazas violentas y palizas regularmente, e incluso se hablaba de ejecuciones. El reportaje de investigación sacaba a la luz el lado más crudo y amargo de la industria pesquera tailandesa.

Las reacciones ante la investigación periodística no se hicieron esperar, Carrefour anunció la suspensión de las compras de marisco a Tailandia, además otros minoristas europeos decidían llevar a cabo investigaciones para esclarecer los hechos y verificar si realmente el trabajo esclavo estaba presente en cualquiera de las etapas de la cadena de suministros, desde los barcos pesqueros hasta la exportación de los alimentos en la industria pesquera de Tailandia. A esto sumamos que Estados Unidos decidió rebajar a Tailandia a la fila 3 en su informe anual sobre la trata de personas. Dicho informe tiene como finalidad informar al congreso estadounidense de los esfuerzos y progresos que han llevado a cabo los países extranjeros para eliminar las formas graves de la trata de personas. En el informe se evalúa y se clasifica a los países en Filas (1, 2 y 3), los países de la fila 3 están sujetos a determinadas sanciones que persiguen mejorar la situación para que se respeten los derechos humanos.

Pues bien, ahora la industria pesquera de Tailandia intenta lavar su imagen y responden a la decisión estadounidense de rebajar el país a la fila 3, estas ocho asociaciones del país, la Asociación Tailandesa de Productores de Harina de Pescado, la Asociación Tailandesa de Procesadores de Alimentos, la Asociación de Pesquerías de Ultramar de Tailandia, la Asociación de Alimentos Congelados de Tailandia, la Asociación de Pesca de Tailandia, la Asociación Tailandesa de la Industria de Atún, la Asociación del Langostino de Tailandia y la Asociación Tailandesa de Productores de Pienso, han dado a conocer un plan de acción sobre las condiciones laborales de los tailandeses e inmigrantes que trabajan en el sector. Pero además apostillan que es necesario mostrar la verdad de la industria tailandesa del marisco, así como la labor que desempeñan las empresas relacionadas.

El reportaje realizado por The Guardian no ha sentado nada bien, tampoco la acusación que se ha lanzado desde Estados Unidos, de emplear a trabajadores ilegales. Las asociaciones tailandesas explican que quieren transmitir la información correcta al público y además van a llevar a cabo un plan de reorganización del sistema pesquero para evitar el problema del trabajo ilegal. Parece que se esté desviando el tema, no se habla sólo de trabajo ilegal, se habla de esclavismo y de condiciones infrahumanas de trabajo, de posibles asesinatos, torturas y vejaciones, si sólo fuera el trabajo ilegal quizá no se habría realizado el reportaje o no habría alcanzado una gran dimensión.

El sector ha perdido buena parte de su participación en el área de la exportación de marisco a Estados Unidos y otros países, en su lugar crecen en exportación sus competidores más directos, Vietnam, Ecuador, Indonesia e India. Aunque logren lavar su imagen, va a pasar algo de tiempo hasta que vuelvan a recuperar la confianza de los mercados internacionales y especialmente de las empresas que no quieren que su marca se vincule a la explotación laboral y el trabajo esclavo. Como decíamos, la fila 3 permite aplicar sanciones, el presidente estadounidense tiene ahora un plazo de 90 días para decidir si sanciona a los comerciantes tailandeses. Mientras tanto, las empresas a nivel individual y las asociaciones no gubernamentales van a facilitar con carácter de urgencia a las agencias comerciales y socios empresariales, un conocimiento claro sobre la situación mediante las correspondientes auditorías. Como ya hemos indicado, hace días que algunas empresas han iniciado una investigación particular para corroborar lo publicado en The Guardian.

Según leemos en Malasyan Digest, la industria pesquera tailandesa asegura que no tiene nada que ocultar y que están totalmente en contra del trabajo ilegal, evidentemente intentan salvar la situación y no sufrir ningún tipo de sanción. Pero además declaran que se atreven a desafiar a las organizaciones no gubernamentales y están dispuestos a invitar a todos sus clientes a que auditen su sistema de trabajo y fábricas, esto lo dicen tras conocer la intención de algunas empresas de realizar las oportunas inspecciones.

La industria pesquera tailandesa explica que es cierto que años atrás, esta situación que ahora se denuncia no fue corregida, pero que han trabajado durante los últimos años para cambiarla y regirse por las buenas prácticas de trabajo, así como por el cumplimiento de las regulaciones internacionales. Evidentemente consideran injusto que se les haya rebajado a la fila o nivel 3, consideran que no ha habido ningún caso de esclavitud laboral en la cadena de suministros.

En fin, según leemos aquí, ahora Tailandia tiene la tarea de demostrar todo lo que ha declarado, por ello ha dado instrucciones al Representante de Comercio de Tailandia en Washington para que ofrezca la información oportuna a los importadores estadounidenses, organismos gubernamentales y cualquier empresa que tenga relaciones comerciales, en un intento por evitar un negativo impacto en el comercio del país. Ya veremos si los argumentos convencen, hay que demostrar con hechos, y no con papeleo y cifras. Quién quiere comerse unas gambas sabiendo que detrás está el trabajo esclavo y el sufrimiento de muchas personas.

Foto | Miran Rijavec

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