El oleocantal del aceite de oliva virgen extra destruye las células cancerígenas

Una nueva investigación muestra que el oleocantal, un componente del aceite de oliva virgen extra responsable del sabor ligeramente picante del aceite, destruye las células cancerígenas sin afectar a las células sanas.

Aceite de oliva contra el cáncer

El oleocantal es un compuesto orgánico natural presente en el aceite de oliva virgen extra, es responsable de conferir al aceite ese sabor ligeramente picante. Se trata de un éster del tirosol, un fenólico natural antioxidante presente en distintos alimentos, aunque principalmente se encuentra en el aceite de oliva virgen extra. Ya se sabía que este compuesto tiene efectos beneficiosos para la salud, ahora hay que añadir una nueva propiedad, la de destruir las células cancerígenas sin dañar a las células que están sanas.

Paul Breslin, profesor de ciencias de la nutrición en la Universidad de Rutgers, tenía la teoría de que el oleocantal destruía las células cancerígenas atacando a una proteína clave que desencadenaba la apoptosis o muerte celular programada desencadenada por la propia célula, evitando que pueda replicarse y por tanto evitando la enfermedad. Lo que hizo el experto fue trabajar dos especialistas del cáncer de la Universidad Hungter College (Nueva York) para tratar de analizar el proceso y determinar si el oleocantal atacaba a la mencionada proteína que provocaba la apoptosis celular.

Parece ser que este compuesto del aceite de oliva virgen extra destruye las células cancerosas al provocar la ruptura de las vesículas que almacenan los residuos de la célula, es decir los lisosomas, orgánulos celulares implicados en la digestión celular que sirven como contenedores de residuos.

Al destruir la membrana de los lisosomas se liberan estos residuos provocando la muerte de la célula. Según los investigadores, las células cancerígenas mueren rápidamente, el proceso dura entre 30 y 60 minutos, mientras que la muerte celular programada tarda entre 16 y 24 horas. La razón es que las células son destruidas por sus propias enzimas gracias al efecto ejercido sobre los lisososmas. En las células cancerígenas los lisosomas son mucho más grandes que en las células sanas, por lo que la cantidad de residuos es mayor, una vez que se rompe el contenedor y éstos se liberan, los expertos explican que “se desata un infierno” en el interior de la célula.

Las células sanas no fueron atacadas por el compuesto, parece ser que producía en ellas un efecto de letargo que las paralizaba durante 24 horas, posteriormente reanudaban su actividad como si no hubiera ocurrido nada. La investigación se ha desarrollado en un laboratorio utilizando placas de cultivo, ahora el siguiente paso es realizar un estudio para demostrar que el oleocantal es capaz de eliminar las células cancerígenas y reducir los tumores en animales.

De todos modos aparecen algunas preguntas que deben ser contestadas, como por ejemplo, por qué las células cancerígenas son sensibles al oleocantal y las células sanas no. Parece que existe algún elemento en las células que es responsable de la reacción del oleocantal, posiblemente se deberán llevar a cabo varios estudios antes de poder realizar pruebas en seres humanos, es un proceso largo y se tardará algunos años antes de desarrollar terapias específicas utilizando este compuesto del aceite de oliva virgen extra. Cada nueva investigación que se realiza con este alimento, no hace más que poner al descubierto la gran cantidad de beneficios que ofrece, sobra recordar que el aceite de oliva virgen extra es uno de los principales alimentos de la Dieta Mediterránea.

Teniendo en cuenta la prevalencia que tiene el cáncer (según datos de la Organización Mundial de la Salud, en el año 2012 se produjeron más de 14 millones de nuevos casos de cáncer y 8 millones de personas murieron consecuencia de la enfermedad), este trabajo es muy importante, ya que abre la posibilidad de nuevos tratamientos más efectivos en la lucha contra la enfermedad. La investigación ha sido publicada en la página web de la Universidad de Rutgers, pero podéis conocer más detalles del estudio a través de este artículo publicado en la revista científica Molecular and Cellular Oncology.

Foto | Charles Haynes

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