El desperdicio alimentario está asociado al poder adquisitivo de los consumidores

En el Barómetro de Salud Financiera de Australia elaborado por RaboDirect, se apunta que existe una fuerte asociación entre el poder adquisitivo de los consumidores y el volumen de desperdicio alimentario, siendo mucho más evidente en la Generación Y o Generación del Milenio. En este informe se destaca que los australianos tiran a la basura un 14% de los alimentos que se adquieren semanalmente, pero en el caso de la Generación Y el volumen se incrementa hasta el 20%.

Barómetro 2016 de Rabobank

El Barómetro de Salud Financiera que cada año elabora RaboDirect, nombre comercial de los servicios online que ofrece Rabobank, una multinacional holandesa de banca y servicios financieros empresariales y líder mundial en la financiación agrícola y alimentaria, así como los servicios de banca orientados hacia la sostenibilidad, afirma que existe un vínculo estrecho entre el volumen de desperdicio alimentario y el poder adquisitivo de los consumidores.

Según algunas conclusiones arrojadas en este informe, los consumidores australianos tiran alimentos por un valor de unos 10.000 millones de dólares anuales, lo que representa que cada familia australiana tira cada año a la basura unos 1.100 dólares o un 14% de sus compras semanales. El volumen de desperdicio alimentario es notable, pero afinando un poco más, se concluye que las personas que más desperdician son las que pertenecen a la Generación Y, también conocida como Generación del Milenio que comprende a aquellas personas nacidas entre el año 1980 y el año 2000. Este segmento poblacional tira hasta el 20% de la comida que adquiere semanalmente.

El informe destaca que el desperdicio alimentario está asociado al poder adquisitivo de los consumidores, pero también a la falta de comprensión sobre la agricultura y la producción alimentaria. En el barómetro se destaca que aquellos consumidores que no le dan importancia a la agricultura y a la producción alimentaria, desechan hasta el 25% de los alimentos que adquieren en la compra semanal. En cambio, en el grupo de consumidores que sí le da importancia, se reduce el volumen de desperdicio alimentario hasta el 13%, es decir, prácticamente a la mitad.

No sólo se desaprovechan alimentos, también todos aquellos recursos asociados a la producción, por lo que las pérdidas económicas son mucho más significativas. Con lo que cuesta ganar el dinero, “tirarlo de ese modo” pagando mercancías que después se desechan es un sinsentido. Los datos no dejan lugar a dudas, existe un evidente vínculo entre la “felicidad financiera” y el desperdicio de alimentos, y juega un papel importante el hecho de que los consumidores australianos no tengan información sobre el valor de la producción de alimentos. Aquellos que sí son conscientes y toman medidas, se sienten menos estresados económicamente (algo bastante obvio) que aquellos que no toman las medidas y que con ellas podrían ahorrar un considerable volumen de dinero.

Para el Barómetro de Salud Financiera de este año se realizó una encuesta a 2.300 personas con edades comprendidas entre los 16 y 65 años de diferentes regiones del país, además de los resultados indicados, también se pudo constatar que el volumen de alimentos que se desechan es mayor en las grandes ciudades que en las zonas rurales. Otro dato significativo al analizar los segmentos de edad, es que el desperdicio de alimentos es más pronunciado entre los consumidores pertenecientes a la Generación del Milenio, la razón es que cuentan con mejor salud financiera y gastan más al no tener la presión económica que puede provocar el pago de una hipoteca.

Desechar alimentos

La Generación X, personas nacidas desde principios de la década de los 60 hasta principios de la década de los 80, son junto a la generación de los baby boomers, los nacidos entre los años 1946 y 1965, los que menos alimentos tiran a la basura, posiblemente la edad, la mayor conciencia sobre lo que cuesta producir los alimentos y algunos otros factores, permitan la contención de los desechos alimentarios.

El informe destaca que planificar la alimentación semanal ayudaría a reducir la presión financiera de las familias, algunos consumidores deberían recordar cuando se fueron de casa de sus padres para independizarse, y cómo la limitación económica les obligó precisamente a planificar para poder llegar a fin de mes. Es algo evidente, la necesidad obliga a ajustarse el cinturón, pero si no hay necesidad, el cinturón se coloca en posición excesivamente holgada.

Entidades como OzHarvest, organización sin ánimo de lucro que recupera la comida sobrante que terminaría siendo desechada, para distribuirla entre organizaciones benéficas y bancos de alimentos australianos, considera que el barómetro no refleja la realidad, siendo hasta cuatro veces mayor de lo que concluye el informe de RaboDirect, de hecho, anuncian que en breve darán a conocer el informe que han elaborado y su conclusión, que el desperdicio de alimentos anual por familia es de casi 4.000 dólares.

Un dato positivo es el interés que están despertando los programas de cocina entre los consumidores, ya que esto significa que aumentan las probabilidades de que se planifiquen las comidas y se realicen compras más concretas. Para muchos expertos es muy importante educar al consumidor si se pretende reducir el desperdicio alimentario, llegar al supermercado y no ser consciente de todo lo que hay detrás de un producto expuesto en las estanterías, aumenta el riesgo de depreciación y eliminación. Con responsabilidad y coherencia se ahorraría mucho dinero, reduciríamos la presión económica y la presión sobre los recursos utilizados para producir alimentos.

El informe de RaboDirect concluye que en el año 2050, el actual sistema de producción alimentaria ya no será sostenible debido a la falta de recursos como el agua y las tierras de cultivo, la buena noticia es que a través de algunos pasos sencillos y pequeños cambios, los australianos pueden minimizar el volumen de residuos y mejorar su economía. A través de este enlace (Pdf) podréis acceder al informe completo.

Foto 2 | Jeanne Menjoulet & Cie

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