El comercio mundial de alimentos se enfrenta a diferentes vulnerabilidades en las rutas comerciales

Chatham House ha dado a conocer un estudio cuyas conclusiones alertan de la vulnerabilidad de las rutas comerciales o cuellos de botella debido al cambio climático. Se trata de zonas por las que circulan una gran cantidad de productos alimenticios, por ejemplo, los canales de Panamá y Suez, y cuya interrupción afectaría al comercio mundial de alimentos provocando todo tipo de problemas.

Estudio Chatham House

Según el estudio Chokepoints and Vulnerabilities in Global Food Trade desarrollado por Chatham House (Instituto Real de Asuntos Internacionales), el comercio mundial de alimentos se enfrenta a diferentes vulnerabilidades en las rutas comerciales debido al cambio climático. El estudio apunta que a causa de la inestabilidad climática se puede producir una interrupción de la productividad alimentaria por diversas catástrofes naturales como las tormentas y las inundaciones, afectando a las rutas comerciales y restringiendo significativamente el flujo de alimentos por todo el mundo.

Esta organización sin ánimo de lucro que trabaja para construir un mundo sostenible, próspero y justo, analizando y promoviendo la comprensión de los principales asuntos internacionales y de actualidad, considera que es prioritario que los políticos adopten medidas para evitar la interrupción del flujo de alimentos de los que dependen muchas personas, alimentos que son transportados a través de distintas rutas comerciales que denominan ‘cuellos de botella’, ya sea por tierra o por mar.

En el informe se explica que los cuellos de botella físicos a lo largo de las rutas comerciales son fundamentales para la seguridad alimentaria, por ejemplo, los canales de Panamá y Suez, la red ferroviaria estadounidense o las carreteras de Brasil, entre otros. Estas rutas comerciales por donde se mueve un elevado volumen de productos alimentarios importantes, se consideran los eslabones más débiles de la cadena de suministros. Los expertos comentan que están cada vez en mayor riesgo de interrupción o cierre debido a los acontecimientos climáticos, algo contraproducente teniendo en cuenta la dependencia que se tiene de estos puntos estratégicos del transporte de productos.

Los investigadores identifican 14 puntos clave, se pueden citar como ejemplos el Canal de Panamá, que mueve el 22% anual de los envíos de soja a nivel mundial, el río Mississippi, que mueve el 20% del comercio mundial del maíz producido en el medio oeste hacía los puertos de la Costa del Golfo de Estados Unidos, los puertos de Ucrania y Rusia a lo largo de la costa del Mar Negro, responsables de mover el 19% del trigo que se comercializa a nivel mundial a través de los barcos, etc.

Seguridad alimentaria mundial

Una interrupción en uno o varios de estos cuellos de botella podría tener un enorme impacto en el abastecimiento alimentario de los mercados, en el precio de los productos a nivel mundial, en el medio de vida de comerciantes y agricultores, en el suministro de ayuda alimentaria a las comunidades más vulnerables… Los investigadores explican que la dependencia de estas rutas es muy elevada y plantean un riesgo para la seguridad alimentaria mundial que ha sido poco analizado.

Estas interrupciones pueden provocar además inestabilidad política, ya que los gobiernos dependen de su funcionamiento para asegurar un suministro alimentario suficiente y asequible para la población. Hablando de las vulnerabilidades climáticas, Chatham House cita un ejemplo sobre las consecuencias de una inundación o una mala cosecha, en este caso, la mala cosecha de trigo en la región del Mar Negro, la escasez de este alimento contribuyó a que se produjeran protestas en todo el norte de África a finales del año 2010 y principios del 2011, algo que influyó en la denominada primavera árabe.

Las interrupciones importantes del suministro alimentario no son habituales, pero se producen, el informe indica que sólo uno de los 14 puntos señalados como cuellos de botella se libró de una interrupción en los últimos 15 años, el estrecho de Gibraltar, el resto ha sufrido al menos una interrupción de tránsito en ese periodo. Se señala que fueron interrupciones que en la mayoría de casos se produjeron por el clima, por ejemplo, el huracán Katrina en Estados Unidos o las fuertes lluvias que dejaron las carreteras de Brasil intransitables y, por tanto, el envío de alimentos era inviable. Con estos ejemplos el estudio nos muestra el caos que se puede formar si una de estas rutas de transporte de mercancías se interrumpe.

La importancia de las vías de tránsito señaladas en el comercio de alimentos es cada año mayor, ya que la infraestructura del transporte está sometida a una mayor presión a medida que el volumen del comercio se incrementa. Dado que nuestra dependencia del comercio internacional es cada vez mayor, es prioritario que esas rutas reciban la máxima atención por todo lo que implicaría su interrupción. A medida que el cambio climático se afianza, aumenta la vulnerabilidad y el riesgo de perturbación en estas rutas comerciales de alimentos. De momento se aprecian interrupciones a pequeña escala, pero cada vez serán más habituales debido a todo tipo de problemas medioambientales. El cambio climático exacerbará las tensiones de los recursos y pondrá en peligro las cosechas, lo que derivará en las interrupciones comerciales, el incremento de la inseguridad, daños a las infraestructuras internas de los países, etc.

El estudio advierte que los distintos países dependen de estas vías comerciales en diferentes grados, la importancia de un cuello de botella para un país en particular depende no sólo de su participación por las importaciones que pasan a través de él, también de la facilidad y capacidad para facilitar rutas alternativas de suministro o fuentes de la mercancía que se necesita. Se señala que la vulnerabilidad es otro factor clave, cuando un estado es frágil o tiene mayor inseguridad alimentaria, mayor es el impacto que tendrá en él la interrupción del comercio.

Seguridad alimentaria y globalización

Los expertos proponen las siguientes recomendaciones:

Integrar el análisis del cuello de botella en la gestión del riesgo general y planificación de la seguridad, por ejemplo, las agencias gubernamentales deben evaluar la exposición y la vulnerabilidad al riesgo de estas rutas comerciales en los planos nacionales y subnacionales.

Invertir en infraestructuras para garantizar la seguridad alimentaria en el futuro, por ejemplo, mediante un acuerdo sobre directrices para infraestructuras compatibles con el clima a través de un grupo de trabajo internacional establecido bajo el G-20 (Grupo de los 20 países industrializados y emergentes).

Aumentar la confianza y la previsibilidad en el comercio mundial, por ejemplo, a través de un proceso que esté bajo la Organización Mundial del Comercio (OMC) para reducir continuamente el alcance de las restricciones a la exportación.

Desarrollar acuerdos de distribución de alimentos de emergencia y realizar un almacenamiento estratégico inteligente, por ejemplo, un mecanismo de respuesta emergente entre los principales actores del comercio mundial de alimentos, moderados en parte por la Agencia Internacional de la Energía y dirigidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) o el Sistema de Información del Mercado Agrícola (AMIS).

Construir una base de pruebas sobre los riesgos de los cuellos de botella, sobre todo mediante la recopilación de datos sobre el comercio de alimentos en tiempo real, y la capacidad de la infraestructura para ayudar en la evaluación de riesgos para las cadenas de suministro de alimentos.

Sin duda, es un informe interesante que muestra lo importante que son las rutas comerciales y por qué hay que desarrollar un sistema que las proteja para facilitar que sigan circulando los alimentos, hay que tener en cuenta que en la actualidad, cuatro de cada cinco personas viven en países que dependen de las importaciones para poder alimentarse. Podéis conocer todos los detalles del estudio a través de este artículo publicado en la página web de Chatham House.

Foto 1 | Jeremy Keith
Foto 2 | Tobias Eder
Foto 3 | CIMMYT

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