El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018

Se ha presentado el nuevo informe ‘El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018′ o SOFI 2018, se trata de un documento que proporciona una imagen precisa de la situación del hambre y la malnutrición en el mundo desde una perspectiva más amplia y compleja, siguiendo las pautas marcadas en el informe del año pasado.

SOFI 2018

Recientemente se ha presentado el informe “El Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018”, documento elaborado por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y otras organizaciones como Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) y la OMS (Organización Mundial de la Salud), entre otras. El informe de este año porta como lema “Fomentando la resiliencia climática en aras de la seguridad alimentaria y la nutrición”, y en él se realiza un seguimiento sobre los progresos logrados en la mejora de la seguridad alimentaria, la nutrición y la erradicación del hambre.

Como en la anterior edición del informe, se ofrece también un análisis sobre los avances realizados y los desafíos existentes para alcanzar la meta de los ODS (Objetivos de Desarrollo del Milenio) en el año 2030. El documento se dirige a los responsables políticos, a las instituciones y organizaciones internacionales y a la población en general, proporciona una visión más definida sobre cómo está el mundo en materia de seguridad alimentaria y nutrición, y cómo se pueden superar algunos retos que entorpecen el poder alcanzar ciertas metas de los ODS.

‘El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018’ o SOFI 2018 confirma que el problema del hambre ha aumentado, y ya es el tercer año consecutivo que sucede, volviendo a situarse en los niveles de hace una década. Recordemos que durante una década se ha logrado reducir de forma sostenida la tasa de hambre, y todo el avance realizado parece que ha desaparecido y se vuelve al punto de partida. Se calcula que en 2017, el número de personas subalimentadas alcanzó los 821 millones, lo que supone una persona de cada nueve en todo el mundo, en 2016 esta cifra era de 815 millones y en 2015 de 777 millones, lo que muestra una clara progresión del problema.

La hambruna ha sido más acusada en África y América del Sur, en cambio, en las regiones asiáticas las cifras se han mantenido. De nuevo se destaca que, a pesar de la tendencia ascendente de subalimentación, la tasa de retraso en el crecimiento de los niños se ha mantenido estable, aunque se esperaba que se incrementase, algo lógico teniendo en cuenta la mayor incidencia del hambre. En este sentido, el documento apunta que es necesario llevar a cabo un enfoque multisectorial con el propósito de reducir la carga de retraso del crecimiento y la emaciación (pérdida involuntaria de más del 10% del peso corporal), a fin de poder reducir la morbilidad y la mortalidad infantil.

Como cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio

Sobre la inseguridad alimentaria, el informe explica que, además de contribuir a la desnutrición, influye en problemas como el sobrepeso y la obesidad, problemas derivados de la mala nutrición. El año pasado el sobrepeso afectaba a 38 millones de niños menores de cinco años, destacando que África y Asia acaparaban el 25% y el 46% respectivamente del total mundial de la incidencia del sobrepeso y la obesidad. Se apunta que, a pesar de que África y Asia siguen presentando las tasas de obesidad más bajas, se aprecia una tendencia ascendente, es decir, los dos problemas opuestos, hambre y obesidad, están aumentando año tras año. Que aumente el sobrepeso y la obesidad, provoca que aumente el riesgo de que la población sufra enfermedades no transmisibles como puede ser la hipertensión, la diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer.

Conflictos, violencia, variabilidad climática, eventos climáticos extremos y otros problemas, están provocando que se dé un paso atrás en los logros que se habían alcanzado en la lucha contra el hambre y la malnutrición. En aquellos países donde los sistemas agrícolas son extremadamente sensibles al clima, el hambre es significativamente peor, algo lógico teniendo en cuenta que la población depende de la agricultura para comer. El informe recomienda poner cuanto antes en marcha medidas que permitan fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación de los sistemas alimentarios y los medios de vida de las personas, frente a las cambiantes condiciones climáticas fruto del calentamiento del planeta.

El informe es completo y detallado, muestra las tendencias recientes del hambre y la seguridad alimentaria, qué progresos se deben realizar para mejorar la nutrición, los vínculos existentes entre la inseguridad alimentaria y la malnutrición, por qué es necesario prestar especial atención a la variabilidad del clima y la exposición a condiciones climáticas extremas como cuestiones que afectan a la seguridad alimentaria y la nutrición, qué repercusiones tiene el clima en los factores de vulnerabilidad que determinan la nutrición y la seguridad alimentaria, por qué es necesario trabajar en favor de las políticas, programas y prácticas centradas en abordar las condiciones climáticas extremas, etc.

Informe de la FAO sobre el hambre en el mundo 2018

A continuación, os transcribimos los mensajes claves de este informe:

-Los nuevos datos continúan indicando un incremento del hambre en el mundo y una inversión de las tendencias tras un prolongado descenso. Se estima que en 2017 el número de personas subalimentadas aumentó hasta los 821 millones: alrededor de una de cada nueve personas en el mundo.

-Aunque continúan realizándose ciertos progresos en la reducción del retraso del crecimiento, los niveles siguen siendo inaceptablemente elevados. Casi 151 millones de niños menores de cinco años de todo el mundo, o más del 22%, estaban afectados por retraso del crecimiento en 2017.

-La emaciación continúa afectando a más de 51 millones de niños menores de cinco años del mundo y estos niños tienen un mayor riesgo de morbilidad y mortalidad. Además, 38 millones de niños menores de cinco años sufren sobrepeso.

-La obesidad en adultos está agravándose y más de uno de cada ocho, o lo que es lo mismo más de 672 millones, son obesos. La desnutrición y el sobrepeso y la obesidad coexisten en muchos países.

-La inseguridad alimentaria contribuye a la desnutrición, así como al sobrepeso y la obesidad y coexisten altas tasas de estas formas de malnutrición en muchos países. El costo más alto de los alimentos nutritivos, el estrés que significa vivir con inseguridad alimentaria y las adaptaciones fisiológicas a la restricción de alimentos ayudan a explicar por qué las familias que enfrentan inseguridad alimentaria pueden tener un riesgo más alto de sobrepeso y obesidad.

-El escaso acceso a los alimentos hace que aumente el riesgo de bajo peso al nacer y retraso del crecimiento en los niños, que están asociados a un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad en etapas posteriores de la vida.

-La exposición a eventos climáticos más complejos, frecuentes e intensos amenaza con menoscabar y revertir los avances realizados en la erradicación del hambre y la malnutrición.
-Además de los conflictos, la variabilidad y las condiciones extremas del clima se encuentran entre los factores clave del reciente aumento del hambre en el mundo y son algunas de las causas principales de crisis alimentarias graves. El efecto acumulativo de los cambios en el clima está minando todas las dimensiones de la seguridad alimentaria, esto es, la disponibilidad de alimentos, el acceso, la utilización y la estabilidad.

-La nutrición es extremadamente susceptible a los cambios climáticos y, como resultado, soporta una pesada carga, como lo demuestran el deterioro de la calidad de los nutrientes y la diversidad en la dieta de los alimentos producidos y consumidos, las repercusiones en el agua y el saneamiento y los efectos en los patrones de riesgos sanitarios y enfermedad, así como los cambios en la atención materno infantil y la lactancia materna.

-Se deben acelerar las acciones y ampliar su escala a fin de reforzar la resiliencia y la capacidad de adaptación de los sistemas alimentarios, los medios de vida de las personas y la nutrición en respuesta a la variabilidad y las condiciones extremas del clima.

-Las soluciones exigen asociaciones más estrechas y financiación plurianual en gran escala para programas integrados de reducción y gestión de riesgos de catástrofes y adaptación al cambio climático con perspectivas a corto, a medio y a largo plazo.

-Los indicios de una creciente inseguridad alimentaria y los altos niveles de las diferentes formas de malnutrición son una clara y urgente advertencia de que es una necesidad urgente por conseguir para asegurarnos de “no dejar a nadie atrás” en el camino hacia la consecución de las metas de los ODS sobre seguridad alimentaria y nutrición.

Como ya explicó en su momento la FAO, colaborar con otras organizaciones ha permitido presentar un informe mucho más complejo y completo que aborda distintas cuestiones relacionadas, siendo la manera de poder proporcionar una visión más amplia sobre el seguimiento de la seguridad alimentaria y la nutrición. A través de este enlace (Pdf) podréis acceder al informe completo, y en la página oficial de la FAO podréis conocer más detalles sobre los trabajos que se están realizando para abordar estos problemas.

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