Se solicita un impuesto para los alimentos procesados, poco saludables y con exceso de calorías en el Reino Unido

En Reino Unido se ha solicitado al Gobierno la puesta en marcha de un impuesto en los alimentos procesados y poco saludables con exceso de calorías, la razón es que el impuesto de los refrescos es una medida insuficiente para mejorar la alimentación de la población y hacer frente al problema del sobrepeso y la obesidad.

Impuesto sobre la densidad calórica de los alimentos

Las organizaciones Action on Sugar y Action on Salt acaban de instar al Gobierno del Reino Unido a poner en marcha un impuesto para los alimentos procesados, poco saludables y con exceso de calorías, como medida de presión que podría reducir de forma significativa el consumo de grasas saturadas y azúcar. Se podría decir que se trata de un impuesto a la densidad energética de los alimentos, algo que alentaría a que los fabricantes reformularan sus productos haciéndolos más saludables.

Recordemos que tras la introducción del impuesto de los refrescos en Reino Unido, las organizaciones mencionadas solicitaron al Gobierno hasta en dos ocasiones que se introdujera un impuesto del 20% en chocolates y productos de confitería, especialmente en aquellos que tuvieran una densidad energética superior a 275 kilocalorías por cada 100 gramos. Ahora se da un paso más y se deja a un lado la idea de un gravamen selectivo, sustituyéndolo por un gravamen generalizado que se aplicaría a cualquier producto procesado con una elevada densidad energética.

Action on Sugar y Action on Salt creen que sería una medida efectiva para reducir el contenido en grasas de los alimentos y especialmente las grasas saturadas. Aseguran que la grasa, contribuye más a una dieta con exceso de calorías que el azúcar, por lo que es esencial que se aliente a los fabricantes de alimentos del Reino Unido a reducir azúcar y grasas en sus productos para poder hacer frente a la crisis de obesidad.

Ambas organizaciones consideran que el impuesto de la densidad calórica garantizaría que la industria alimentaria rindiera cuentas por elaborar productos poco saludables con exceso de calorías, lo que la obligaría a poner en marcha un plan de reformulaciones a fin de evitar tanto el gravamen, como una publicidad que perjudicaría la reputación de marca. En el ‘Programa de Reducción de Azúcar de Public Health England‘ se hace referencia a la necesidad de reducir el azúcar, pero sin aumentar el nivel de grasa saturada dentro de un producto, y siempre que sea posible se han de reducir las calorías.

Impuesto a las grasas en Reino Unido

Merece la pena recordar que según esta investigación realizada por el Departamento de Agricultura del Gobierno Estados Unidos, las empresas alimentarias trabajan en la formulación para reducir el contenido de azúcar y sal en sus productos, pero, por desgracia, aumenta el contenido en grasas saturadas, por lo que los alimentos que se han reformulado no son tan saludables. Los expertos apuntaban que existen muchas dificultades para poder reformular los productos de manera que conjuguen carácter saludable, precios económicos y satisfacción del gusto de los consumidores.

Lo mismo ocurre en Reino Unido, Action on Sugar y Action on Salt comentan que es necesario que el Gobierno intervenga para que aliente a las empresas a realizar una reformulación más completa con la que se podría reducir de forma significativa el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular, una enfermedad coronaria, exceso de colesterol, etc. La acción propuesta se centra, sobre todo, en reducir la ingesta excesiva de calorías en los consumidores y especialmente en los niños, apuntando que los niños con sobrepeso y obesidad consumen entre 140 y 500 kcal extras diarias derivadas de productos insanos con una elevada densidad calórica.

Ambas organizaciones citan este estudio desarrollado por investigadores de la Universidad Queen Mary (Londres) en el que se concluía que, en comparación con la reformulación exclusiva del azúcar, la reformulación para reducir el contenido en grasas y azúcar derivaba en una caída significativa del exceso de calorías. En este trabajo se analizaron más de 850 pasteles y galletas, determinando que el contenido de grasas contribuye de forma más significativa que el azúcar en el contenido calórico, es decir, a mayor cantidad de grasa, mayor número de calorías independientemente del contenido en azúcar.

Reformular los productos procesados para que sean más saludables

En este sentido, los expertos comentaban que existe una gran variación en la cantidad de grasas en las categorías de pasteles y galletas, algo que delata que la reformulación de estos productos es fácil de conseguir. Según los datos y citando dos ejemplos, la grasa en los pasteles de chocolate variaba entre 12’2 y 27’5 gramos por 100 gramos de producto, y la grasa en las pastas de té variaba entre 1’2 y 7’2 gramos por cada 100 gramos de producto. Los expertos de las organizaciones mencionadas apuntan que la estrategia para prevenir la obesidad y la diabetes tipo 2 hace un llamamiento a las empresas para que, además del azúcar, reduzcan las grasas de sus productos y especialmente las grasas saturadas.

Para los responsables de las organizaciones citadas no hay duda de que el impuesto obligaría a la industria a la reformulación de sus productos como ya ocurrió con el impuesto de los refrescos, explican que reducir únicamente el azúcar no es suficiente para combatir la epidemia de obesidad. Seguramente no tardaremos en conocer la opinión de los sectores de la industria alimentaria que están afectados, veremos qué contesta el Gobierno del Reino Unido a la petición realizada, quizá caiga en saco roto como ya ocurrió con la primera petición para la introducción de un impuesto del 20% en chocolates y productos de confitería. Podéis conocer todos los detalles de la noticia a través de la página web de Action on Sugar.

Foto 2 | hensever

1 comentarios

  • santaklaus - agosto 9, 2019 - 20:47
    #1

    Siempre contando mentiras. Dicen que es para mejorar la salud de los consumidores pero no es verdad. Es para ganar dinero.
    La carne también lleva grasas. Y las hamburguesas. Que suban los precios de las hamburguesas.
    Y por cierto, esto es una forma camuflada de fascismo. ¿Quién se creen estos «señores» para decirle a la gente lo que debe comer? ¿Acaso les decimos nosotros lo que deben hacer en el sexo? ¿O a dónde deben viajar en sus vacaciones? Que metan sus narices en sus propios asuntos y a dejen a los demás tranquilos.

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