Algunas empresas alimentarias utilizan el nacionalismo para engañar a los consumidores

En Francia se vuelve a denunciar que algunas empresas alimentarias utilizan el nacionalismo para engañar a los consumidores, apuntando a cinco de las principales prácticas fraudulentas más habituales. Foodwatch denuncia la situación y mientras se soluciona, pide a los consumidores que quieren adquirir producto nacional, que lean las etiquetas y no se dejen seducir por los mensajes y dibujos de los envases.

Mentiras en el origen de los productos alimenticios

Hace un par de años, la asociación de consumidores Foodwatch Francia denunciaba que algunas empresas alimentarias y distribuidores, se aprovechaban del nacionalismo de los consumidores para defraudarles ofreciéndoles productos alimenticios que inducían a error sobre su origen. Los dibujos de los envases y los mensajes escritos hacían creer que se trataba de productos de origen francés, algo similar a lo que ocurre con otros productos supuestamente españoles, cuyo verdadero origen es otro país, véase como ejemplo los espárragos de Navarra que tenían origen peruano, el cordero francés que se hacía pasar por español o las legumbres envasadas en España pero producidas en Estados Unidos, entre otros muchos ejemplos.

Pues bien, el problema sigue sin solucionarse, la mencionada asociación vuelve a denunciar que algunas empresas alimentarias utilizan el nacionalismo para engañar a los consumidores y enumera las cinco prácticas fraudulentas más habituales, utilizar en los productos nombres ambiguos, productos elaborados en Francia pero con ingredientes procedentes de otros países, utilizar una certificación ecológica que no es 100% francesa, lanzar mensajes que son medias verdades, e inflar los precios en los supuestos productos alimenticios elaborados en el país.

Desde hace unos años, en Francia crece el número de consumidores que apuestan por los productos alimenticios elaborados en el país, el “Made in France” ha adquirido valor por varias razones, porque se considera que estos productos tienen un menor impacto medioambiental, porque se confía más en la calidad de los productos elaborados en el país, para alentar y ayudar a los productores nacionales, para contribuir a mejorar la economía nacional y evitar la destrucción del tejido agroindustrial del país, etc.

La industria alimentaria no duda en utilizar estrategias fraudulentas para aumentar sus ventas, y no sólo en el marco del nacionalismo, se pueden citar por ejemplo aquellos productos que se comercializan con mensajes como artesano, natural, tradicional o casero, términos que inducen a engaño y hacen creer a los consumidores que son lo que en realidad no son, ya que en la lista de ingredientes aparecen todo tipo de aditivos, conservantes, espesantes, colorantes, etc., además se elaboran con procesos que no corresponden a dichas declaraciones, siendo claramente productos industriales.

Productos alimenticios que se presentan como nacionales sin serlo

Veammos las cinco prácticas fraudulentas más habituales apelando al nacionalismo en el país galo:

Utilizar nombres ambiguos, por ejemplo, unos salchichones de la Rosette (Ródano-Alpes), cuyo nombre se asocia a esa región francesa y se comercializa bajo la marca Auchan o Carrefour. Si se lee la lista de ingredientes se puede comprobar que el origen de la carne es europeo, no indica que sea de origen francés. En algunos casos aparece en el envase Rosette de Lyon acompañándose de un mapa francés y con declaraciones como ‘se ha elaborado en la región de Ródano-Alpes’, pero en la lista de ingredientes la carne tiene como procedencia la Unión Europea. La organización francesa recuerda a los consumidores que productos como el melón Charentais, nombre que viene dado por la región francesa de Charente, a veces procede de Marruecos, que la mostaza de Dijon que se elabora en la región de Dijon, parte de semillas procedentes de Canadá u otros países, etc.

Productos elaborados en Francia, pero utilizando ingredientes producidos en otro país, son productos que utilizan las banderas francesas y logotipos que inducen a creer en el origen francés, mensajes como “hecho en Francia” pero con ingredientes que no son franceses, claro, que este es un engaño típico que podemos encontrar en diferentes países europeos. En los últimos años se ha luchado mucho contra este tipo de prácticas y en algunos casos se ha conseguido que los mensajes sean veraces con la ayuda de sellos de identidad, pero en otros casos, el fraude sigue estando presente.

Productos con certificación ecológica que no corresponde al país. Algunos productos alimenticios juegan con la ambigüedad del logotipo del organismo certificador francés, que sugiere que el producto es 100% nacional, pero de nuevo se trata de un producto que se ha ensamblado en suelo francés y sus ingredientes son de otros países. Foodwatch Francia cita como ejemplos las galletas de bebé BabyBio o la sidra Bio Village de E. Leclerc, con ello, la certificación ecológica nacional no tiene el peso que debería tener, quizá el culpable sea el propio organismo certificador.

Alimentos cuyo origen no es el que se anuncia

Mensajes que son medias verdades y que suelen aparecer en productos procesados, por ejemplo, los “Ravioli Panzani Bolognaise”, unos raviolis de carne con salsa boloñesa que destacan que la carne bovina es de origen francés y que se anuncia con los colores de la bandera nacional. Claro, que el producto también utiliza carne de cerdo y en este caso su origen es la Unión Europea, por lo que para que el producto no lanzase un mensaje con una media verdad debería incluir el logotipo «French Pork» que identifica el origen francés de la carne de cerdo. El origen de la carne en los platos procesados es un tema delicado y en este sentido, Francia ha logrado destacar a nivel europeo, haciendo obligatorio mostrar el origen de la carne en platos preparados que contienen al menos 8% de este ingrediente, pero las empresas no dudan en resaltar los ingredientes franceses cuando los hay, aunque su cantidad sea poco significativa.

Inflar los precios en los productos elaborados en el país es la quinta práctica habitual destacada por la organización de consumidores, se ensalza el carácter nacionalista del producto con todo tipo de mensajes y dibujos, se utiliza una denominación que se puede considerar ambigua, etc., todo ello acompañado de un precio mayor del producto a sabiendas de que una buena parte de los consumidores están dispuestos a pagar más por un alimento que sea 100% francés.

Se puede decir que todos estos problemas también se sufren en países como España, aunque también es verdad que se han conseguido cambios importantes, como la obligación de incluir la indicación del origen en el etiquetado de la leche y de los productos lácteos. Gracias a esta norma, los consumidores pueden conocer el país de ordeño de la leche que compran, o el país en el que se ha utilizado como materia prima para su transformación en otros productos lácteos. Si el país de ordeño y transformación es España, se deberá indicar “España” y no se podrá sustituir por “UE”, si la leche no es en exclusiva de procedencia española, entonces sí será necesario indicar el país de ordeño y transformación.

De todos modos, queda mucho hasta conseguir que la información que se proporciona a los consumidores sea veraz y transparente, es necesario que la UE ponga en marcha una legislación sobre este tema y no vale decir que se trata de medidas proteccionistas que afectarían al mercado único y la libre circulación de mercancías, hay que permitir que los consumidores puedan adquirir, si así lo desean, productos nacionales con todas las garantías. Podéis conocer más detalles de la denuncia que realiza la organización de consumidores a través de este artículo en su página oficial.

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