Es probable que las redes sociales influyan en los hábitos alimentarios de los usuarios

Según los resultados de un estudio de la Universidad de Aston, es probable que las redes sociales influyan en los hábitos alimentarios de los usuarios, ya sea para bien con una dieta más rica en frutas o verduras, como para mal, con una dieta rica en alimentos y bebidas poco saludables.

Influencia de Instagram en la alimentación

Un grupo de investigadores de la Facultad de ciencias de la vida y la salud de la Universidad de Aston (Inglaterra), ha llevado a cabo un estudio transversal en el que se concluye que es probable que las redes sociales influyan en los hábitos alimentarios de los usuarios. Los expertos comentan que se trata de la primera evidencia que sugiere que los círculos sociales online influyen implícitamente en los hábitos de alimentación, por lo que se podrían desarrollar nuevas técnicas para fomentar e impulsar una alimentación saludable a través de las redes sociales.

Según el estudio, los usuarios de las redes sociales tienen más probabilidades de comer frutas y verduras, pero también comida poco saludable, si creen que sus amigos en estos entornos virtuales siguen un tipo u otro de alimentación. Lo cierto es que se sabe desde hace tiempo que las redes sociales han cambiado nuestra relación con la comida, además, cada vez más personas ven la alimentación como parte de su identidad y quieren hacer gala de lo que comen y cómo lo comen, los usuarios se implican más en el mundo de la cocina a fin de compartir para darse a conocer, entretener y seducir a nivel gastronómico a los demás usuarios de las rr.ss., ya sea con dietas saludables o insanas.

Merece la pena recordar un estudio realizado en 2015 titulado ‘Comer con los ojos: Del hambre visual hasta la saciedad digital’, en el que se trataba el impacto sobre la salud de la exposición a las fotos de comida en redes sociales. Según los expertos, la exposición continua a imágenes de alimentos apetecibles podía provocar un aumento de la ingesta de alimentos, y en muchos casos de alimentos ricos en grasas, ya que seduce más un pastel chorreando chocolate que un plato de espinacas cocidas, lo que a su vez puede derivar en un aumento de peso. En el nuevo estudio se afina un poco más y muestra que dependiendo de las relaciones, se puede incrementar el consumo de alimentos saludables o poco saludables.

Otro tema interesante es el hecho de saber que las fotografías de comida que se comparten en redes sociales como Instagram, pueden servir para conocer en mayor medida los hábitos alimentarios, siendo todo el material compartido una gran base de datos sobre esta cuestión, de ello hablaban en este estudio expertos del Instituto de Tecnología de Georgia (Estados Unidos). En la nueva investigación se muestra la influencia de las relaciones digitales en el tipo de alimentación, pero, ahora es necesario realizar un nuevo estudio para determinar si esa influencia de las redes sociales en el área de la alimentación tendría un impacto a largo plazo en el peso.

En la investigación se preguntó a 369 estudiantes universitarios de ambos sexos sobre sus hábitos alimentarios para estimar la cantidad de frutas, verduras, alimentos calóricos y bebidas azucaradas que consumían, y se concluyó que si creían que sus amigos cumplían con el consumo de ‘cinco frutas y verduras al día’, era probable que tomaran una ración más de este tipo de alimentos. Pero también se encontró que aquellos participantes que sentían que sus círculos sociales ‘aprobaban’ el consumo de comida poco saludable, consumían significativamente más cantidad de este tipo de alimentos.

Influencia de las publicaciones de Facebook en la alimentación

Según los expertos, la percepción de los participantes podría relacionarse con la visualización de las publicaciones de su entorno digital, es decir, de la comida y bebida que consumían los amigos virtuales y que compartían en las redes, o simplemente de la impresión general que tenían sobre la salud de la que gozaban quienes habían compartido esas publicaciones. Los resultados mostraron, sin embargo, que no existía una relación significativa entre los hábitos de consumo de los participantes y su IMC (Índice de Masa Corporal), de ahí que se plantee un nuevo estudio para determinar si existe relación a largo plazo.

Los investigadores creen que los hallazgos sugieren que las normas percibidas sobre el consumo real y las normas relacionadas con la aprobación, pueden dirigir el consumo de alimentos y bebidas de baja y alta densidad energética de modo diferente. Si se cree que los amigos y el entorno virtual consume muchas frutas y verduras, es probable que los que lo ven aumenten el consumo de estos alimentos. Y si se percibe que están felices por consumir alimentos y bebidas poco saludables, es un modo de “dar permiso” para comer en exceso este tipo de alimentos.

Los resultados implican que se pueden utilizar las redes sociales como herramienta que permita impulsar la conducta alimentaria dentro de los grupos de amistades virtuales, además de utilizar ese conocimiento como una herramienta para intervenciones de salud pública. Teniendo en cuenta que muchos niños, niñas y jóvenes pasan muchas horas interactuando con sus amistades e influencias a través de las redes sociales, se podrían llevar a cabo intervenciones concretas que ayudasen a adoptar hábitos alimentarios saludables.

Las redes sociales han cambiando nuestra relación con la comida, de ahí que las empresas estén pendientes de los intereses de los usuarios, de sus tendencias y de otras cuestiones relacionadas con la alimentación, con el fin de satisfacer sus demandas y, por supuesto, aumentar su volumen de ventas, así se desprendía de otro estudio realizado por la Fundación Waitrose en el año 2016. Quizá, en las intervenciones planteadas en el estudio de la Universidad de Aston, las empresas podrían tener un papel relevante para cambiar y mejorar la alimentación.

En fin, es un estudio más que analiza cómo influyen las redes sociales en los usuarios a nivel de alimentación, podéis conocer todos los detalles a través de este artículo publicado en la página de la universidad, y en este otro publicado en la revista científica Appetite.

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