La prohibición del dióxido de titanio (E-171) entrará en vigor en la Unión Europea en 2022

Hace una semana se anunció que la prohibición del dióxido de titanio (E-171) entrará en vigor en la Unión Europea a principios del año 2022, se trata de un gran paso hacia la seguridad alimentaria que ha costado varios años conseguir, han sido necesarios muchos estudios que apuntaban a la peligrosidad del aditivo y dos reevaluaciones de la EFSA.

Dióxido de titanio (E-171)

En mayo del presente año la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) presentó una reevaluación de los colorantes alimentarios permitidos antes del año 2009, uno de ellos era el dióxido de titanio (E-171) del que determinó que su uso como aditivo alimentario no era seguro, dando la razón después de varios años, a un gran número de estudios que determinaban riesgos por genotoxicidad (posibles daños genéticos que el aditivo puede producir).

El caso es que ya se ha aprobado la prohibición del uso del dióxido de titanio (E-171), medida que entrará en vigor en la Unión Europea en 2022, así se ha decidido tras una reciente reunión del Comité Permanente de la Plantas, Animales, Alimentos y Piensos de la UE. Este comité revisó la documentación y apoyó la propuesta de la CE para la prohibición del aditivo, pero aún existe la posibilidad de que el Parlamento Europeo o el Consejo de Ministros adopten una objeción a la prohibición antes de que acabe el año, por lo que la medida se retrasaría.

Siendo optimistas y esperando que eso no ocurra, a principios de 2022 entrará en vigor la prohibición del uso del E-171, dando un periodo de transición de seis meses para que se elimine gradualmente de los productos alimenticios que se comercializan en la UE. Para algunas personas como Stella Kyriakides, comisaria europea de Salud y Seguridad Alimentaria, es un gran paso, comenta que la seguridad de nuestros alimentos y la salud de nuestros consumidores no es algo con lo que se pueda negociar.
La comisaria asegura que hoy en día se actúa con determinación en los Estados miembros, se adoptan medidas y resoluciones basadas en conocimientos científicos sólidos, a fin de eliminar el riesgo de una sustancia química que se utiliza en la alimentación. Sin embargo, no hay que olvidar que desde hace algunos años se ha estado solicitando la prohibición del dióxido de titanio, en base a los resultados de diferentes estudios que la UE parecía obviar.

Repasando un poco lo ocurrido en los últimos años, en 2016 la EFSA presentó una reevaluación de 41 colorantes alimentarios, incluido el E-171, y a pesar de contar con bastante documentación científica existente sobre este aditivo y los posibles problemas para la salud que podía causar, la agencia determina que este aditivo no representaba un problema para la salud de los consumidores. Eso sí, la propia EFSA reconocía por otro lado los riesgos del colorante, ya que existían muchas lagunas de información y no podía determinar una ingesta diaria admisible, por lo que sorprendía que mantuviera su condición de aprobado para uso alimentario.

A principios de 2017 apareció un nuevo estudio en el que se demostraba que las nanopartículas de dióxido de titanio se extienden por el organismo, afectando al sistema inmunológico e incrementando el riesgo de cáncer. Un mes después, aparecía otro estudio en el que se concluía que las nanopartículas de dióxido de titanio podían afectar a los procesos digestivos, afectando a la capacidad del intestino para absorber los nutrientes, así como en la protección contra los microorganismos patógenos.

Aditivos alimentarios peligrosos

En 2019 la BEUC (Organización Europea de Consumidores) ante la gran cantidad de estudios que ponían en evidencia los peligros del aditivo, volvió a solicitar a la CE la prohibición del dióxido de titanio. Ese mismo año y posteriormente, apareció otro estudio que relacionaba el aditivo con las enfermedades inflamatorias intestinales y el cáncer colorrectal, los expertos de la Universidad de Sidney (Australia) advertían que el dióxido de titanio afectaba de forma significativa a la homeostasis intestinal, alteraba las funciones bacterianas cambiando los metabolitos liberados por las bacterias y provocaba un aumento de la formación de biopelículas entre otros problemas.

Había un gran conjunto de estudios que demostraban que el dióxido de titanio no era seguro como aditivo alimentario, por lo que la EFSA decidió realizar una nueva evaluación, y en esta ocasión concluyó que no era seguro como aditivo alimentario. Pero hasta llegar a este punto se han tenido que aportar muchos estudios y se han realizado varias peticiones para que se prohibiera este colorante utilizado para el blanqueamiento y el efecto opaco de algunos alimentos.

Por tanto, y en base a lo que hemos leído aquí, decir que la seguridad de nuestros alimentos y la salud de nuestros consumidores no es algo con lo que se pueda negociar, no se corresponde con la realidad de lo que ocurre. Como ya hemos explicado en otras ocasiones, la EFSA evalúa periódicamente si un aditivo se puede utilizar en los alimentos y realiza una reevaluación de los que cuentan con la aprobación, pero es un proceso muy lento y queda una amplia lista por analizar. Pero resulta curioso saber que a falta de una nueva evaluación, cuando llega el momento los aditivos reciben la ampliación del permiso de uso sin que hayan sido reevaluados, y la excusa de la agencia es la falta de tiempo, por lo que hablamos de un grave problema, ya que no existe certeza de que sean inocuos o puedan provocar problemas de salud.

Aunque tarde, al fin se prohíbe el dióxido de titanio, y se debería seguir el ejemplo y suspender como precaución el uso de otros aditivos que son controvertidos porque presentan riesgos para la salud, según algunos estudios independientes. Recordemos que queda pendiente el tema del uso de nitratos en las carnes procesadas y que la Comisión Técnica de Aditivos Alimentarios y Fuentes de Nutrientes Añadidos a los Alimentos confirmó en 2017 que los nitritos y nitratos que se añaden a los alimentos eran seguros, algo que han cuestionado varios estudios y parece que sea un caso similar al del E-171.

Foto 1 | Kelly Hunter
Foto 2 | Marco Verch

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