Comercializar patata vieja como patata nueva, es la práctica habitual de algunas cadenas de distribución

Cada año, algunas cadenas de distribución proceden a comercializar patata vieja como patata nueva, es una práctica habitual, pero es un fraude para el consumidor y una lacra para los productores españoles de patata nueva, ya que ven que los precios por sus patatas caen por debajo de los costes de producción. Ya es hora de que el Ministerio de Agricultura tome medidas eficaces y contundentes.

Venta a perdidas de las patatas nuevas

Como explicábamos en este post, la patata vieja es la que se ha obtenido en la campaña anterior a la que se pone a la venta, la suelen comprar los distribuidores a precio de saldo en países como Francia, para luego comercializarlas en nuestro país, previo lavado de cara. Estas patatas las encontramos principalmente en grandes cadenas de distribución que las ofrecen a buenos precios, y su envasado y etiquetado confunden a una buena parte de los consumidores que creen que compran patata de gran calidad.

Y es que, lamentablemente, cada año ocurre lo mismo, comercializar patata vieja como patata nueva, es la práctica habitual de algunas cadenas de distribución. Se trata de patatas que llevan casi un año en cámaras francesas a una temperatura de 4º C, y que son tratadas con diferentes productos químicos para evitar que germinen. Después se lavan, dando como resultado una piel limpia y brillante que, con el reclamo del buen precio, no pasan inadvertidas a los ojos del consumidor.

Pues como también sucede cada año, se vuelve a denunciar este tipo de prácticas deshonestas, en este caso es la Alianza UPA-COAG (Unión de Pequeños Agricultores y Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos) quien denuncia que cadenas de supermercados como Lidl y Día, presuntamente están comercializando patata vieja o de conservación como si se tratase de patata nueva y española. Además, se están utilizando nombres de variedades de patata que no se corresponden con la que estas cadenas comercializan.

Hay que decir que algunas cadenas de supermercados e hipermercados, en años anteriores ya habían sido denunciadas por esta práctica, pero parece que continúan con la misma estrategia y utilizan como producto reclamo las patatas, engañando a los consumidores con mensajes informativos claramente falsos que inducen a error y, además, agravando la situación de los agricultores, ya que el precio de la patata nueva cae por debajo de los costes de producción hasta el punto de que algunos productores abandonan los cultivos, no les compensa realizar la recogida.

Pero, ¿por qué se sigue cometiendo este fraude? Según los sindicatos agrarios, a las cadenas de distribución les sale muy barato saltarse las normas, siendo necesario y de forma imperiosa para acabar de una vez con este problema, abrir expedientes a los infractores y aplicar sanciones contundentes que disuadan de realizar este tipo de prácticas engañosas y fraudulentas. Los sindicatos creen que de no seguir este tipo de actuaciones, el Gobierno central y los Gobiernos regionales, y en este caso el de Castilla y León, estarían amparando al sector de la distribución en contra de los intereses de los agricultores y los consumidores de la región, y añadiríamos de toda España en general.

Patata vieja francesa en el mercado español

Merece la pena recordar que la diferencia entre las patatas nuevas que se producen en nuestro país y las patatas viejas o de conservación, que son mayoritariamente importadas de Francia, son muy notables, las patatas nuevas tienen la piel fina, la carne es muy blanca, contienen más agua y menos sodio y potasio, tienen mayor contenido en vitamina C y son menos calóricas.

Por el contrario, esas patatas viejas con un lavado de cara tienen la piel más gruesa, sus cualidades nutricionales y organolépticas están algo mermadas, y su composición se ha alterado de modo que no son las adecuadas para determinadas elaboraciones culinarias. Por ejemplo, al hacer patatas fritas, es probable que no queden crujientes y adquieran un aspecto y textura que nos recuerdan a unas patatas fritas que parecen haber sido hervidas en agua.

Desde hace años se lleva a cabo esta práctica y se denuncia, pero parece que no sirve de nada, y la verdad es que al Ministerio de Agricultura no le costaría mucho acabar con el problema, no se entiende que siga haciendo oídos sordos. Podéis conocer todos los detalles de la noticia a través de este artículo publicado en la página web de la Alianza UPA-COAG.

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